La Diócesis de Asidonia-Jerez vivió en la jornada de ayer un día histórico. Tras conceder la Santa Sede un Año Jubilar dedicado al Sagrado Corazón de Jesús con motivo del centenario de la consagración de Jerez de la Frontera al Divino Corazón de Cristo, se llegaba a su clausura con la presencia del Nuncio de su Santidad en España, Monseñor Bernardito Cleopas Auza. El prelado presidió la Eucaristía en la Santa Iglesia Catedral, donde comenzó la jornada, contando con la presencia de Monseñor José Rico Pavés, quien concelebró en esta celebración.
Con un primer templo de la Diócesis repleto de todas las realidades eclesiales de Asidonia-Jerez, Monseñor Auza comenzó la homilía con la bendición apostólica del Papa Francisco para Jerez de la Frontera y toda la Iglesia Asidonense, con motivo de la clausura del Año Jubilar dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Igualmente, el Papa Francisco en su mensaje se ha acordado especialmente de todas las personas que sufren por cualquier circunstancia.
Por otro lado, el Nuncio de su Santidad en España ha agradecido a Monseñor José Rico Pavés la invitación a estar en Jerez de la Frontera, ya que ha podido vivir una celebración importante de la Iglesia Asidonense. Asimismo, ha recordado aquel 19 de febrero de 1922, felicitando a Jerez de la Frontera por este centenario.
Tras la finalización de la Eucaristía, todas las realidades presentes en el primer templo de la Diócesis caminaron en peregrinación hasta la Real Capilla del Calvario, donde está situado el monumento dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Allí hace hoy 101 años se consagraba Jerez de la Frontera al Divino Corazón de Cristo. Una vez llegados al monumento se llevaba a cabo la clausura del Año Jubilar que comenzó el 19 de febrero de 2022.
Junto al monumento dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez mencionó tres lecciones fundamentales de lo vivido durante el Año Jubilar. La primera de ellas, es que la tarea de la evangelización requiere de caminar juntos como Iglesia, siendo todos miembros de un mismo cuerpo que es Cristo. La segunda de ellas, es que cuando contemplamos el misterio del Corazón de Cristo lo vemos dañado, ya que Él se entregó por amor por todos nosotros, por ello, cuando nos acercamos a este corazón, curamos todas nuestras heridas. Y la tercera es que cuando acogemos la Palabra de Dios en nuestro corazón podemos hablar de corazón a corazón y así en momentos difíciles ser consolados por Cristo y llevar su amor a los demás.