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Aprobado el cambio de advocación de la Virgen del Buen Fin por el de Nuestra Señora de las Aguas

Fotografía: Ángel L Moreno

La Hermandad de la Lanzada a dado a conocer que el Obispado de Asidonia-Jerez ha ratificado la reforma de estatutos, aprobada por el cabildo general de hermanos el 18 de septiembre del pasado año, para que la Virgen del Buen Fin cambie su advocación al de Nuestra Señora de las Aguas.

La junta de gobierno ha dado a conocer los argumentos que, basados en la tradición y los textos bíblicos, fundamentan el cambio de nombre de la segunda de las advocaciones marianas de su título al de Nuestra Señora de las Aguas.

CAMBIO DE ADVOCACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LAS AGUAS

Desde que en febrero de 1949 se funda la hermandad, en el título de la misma se recoge únicamente una advocación mariana, Gracia y Esperanza, nombres que se pueden enlazar con el momento de la Pasión de Nuestro Señor contemplado por la hermandad: la Gracia relacionada con el agua como prefiguración del sacramento del bautismo, y la Esperanza contenida en la sangre, imagen a su vez de la salvación eterna a través de la Eucaristía.

Cuando en 1969, se compra la imagen tallada por D. Luís Álvarez Duarte, se hace con la pretensión de sustituir en el paso de misterio a la imagen que hasta ese momento procesionaba, y que aún hoy en día lo hace. Pero el excesivo tamaño de la nueva imagen, así como lo irregular en cuanto al acuerdo de la junta de gobierno en la adquisición, hace que se descarte dicha idea y que la imagen pase a ser custodiada por D. Joaquín Baro de Alba, promotor y artífice de dicha compra.

No será hasta años después, cuando siendo hermano mayor D. Joaquín Baro de Alba la imagen pase a las dependencias de la hermandad. Ya para ese momento se había desechado la sustitución, y se planteaba una segunda titular mariana. En estos años es propiciado por este hermano un profundo proceso de mímesis con la Hermandad de la Sagrada Lanzada de Sevilla, verificable en el cambio del escudo que se llevó a cabo, y en el cambio de la túnica marrón de cola por una de capa colores rojo y crema, copia de la de la hermandad sevillana, que no se llevó a efecto por el veto del director espiritual. Y es en esta mímesis donde se encuentra el argumento para la advocación de Buen Fin, como la de Sevilla, con la que se comienza a denominar a esta segunda imagen.

El cambio de advocación aprobado tiene como objeto imbricar la misma con el título de la corporación, así como entroncar con el espíritu carmelita que desde la fundación de la misma es indisociable, ya que es en 1939 cuando se produce el primer intento de fundación, alentado por la comunidad, como sección de penitencia de la Hermandad de Caballeros del Carmen; y desde ese momento hasta 1949, año fundacional, la comunidad mantuvo cultos cuaresmales presididos por la imagen de Santísimo Cristo, ya advocado como de La Lanzada.

En el primero de los aspectos la advocación de Aguas se relaciona claramente con el agua que mana del costado abierto de Cristo, prefiguración como ya queda dicho del sacramento del bautismo, sacramento iniciático de incorporación a la comunidad cristiana mediante el lavado con agua del pecado original, y que otorga el don de la gracia. En el mismo sentido se relaciona con la visión del profeta Ezequiel (capítulo 47) en la que el profeta narra el río de vida que mana del trono de Dios, clara prefiguración del momento de la lanzada.

En el segundo guarda una relación directa con el pasaje del primer libro de los Reyes, en el que la tradición fundamenta el origen de la Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo: “Y a la séptima vez dijo: He aquí que una nube pequeña como la palma de un hombre sube del mar”1Re, 44. En esta pequeña nube, que sube del mar y se transforma en la gran tormenta que acaba con la sequía que afligía al pueblo de Israel, se vio ya desde antiguo la prefiguración de una virgen de la que nacería El Mesías, y en torno a cuyo culto se funda en dicho monte una comunidad de eremitas, progenie de la orden carmelita; razón por la cual la orden tiene a San Elías, protagonista del suceso, como padre inspirador celebrando la solemnidad de su memoria.

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