La Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras ha celebrado en su sede social una nueva sesión pública de su programación del curso 2016-2017.
En esta ocasión fue el reverendo padre Juan Carlos González del Cerro, OP, prior del Convento de Santo Domingo de Jerez, quien dictó la ponencia titulada ‘El octavo centenario de la Orden de Predicadores y los 750 años de presencia en Jerez de la Frontera’. La presentación del ponente corrió a cargo del reverendo padre Vicente Cudeiro González, académico de esta corporación. Juan Carlos González del Cerro nació en Madrid el 20 de febrero de 1975. Pertenece a la Orden de Predicadores en la que profesó el 21 de octubre de 1996, y en la que fue ordenado presbítero el 27 de julio del 2002. De sus estudios y titulaciones podemos destacar que es Licenciado en Estudios Eclesiásticos, Universidad Pontificia Comillas, Madrid, y Licenciado en Teología Bíblica, Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, Angelicum Roma. En el Instituto Teológico San Pedro de Alcántara, Seminario Diocesano de Cáceres (UPSA), imparte las siguientes asignaturas: Introducción General a la Sagrada Escritura y Teología de la Vida Consagrada. En el Instituto Superior de Ciencias Religiosas «Santa María de Guadalupe» de Cáceres (UPSA), imparte asignaturas como Evangelios Sinópticos, Introducción General a la Sagrada Escritura, Teología de la Vida Consagrada y Metodología Científica. Desde 2013 imparte en DOMUNI “Historia de la Salvación y religión Judía”.
El 7 de noviembre del año 2015 la Orden de Predicadores inició un Año Jubilar con motivo del VIII Centenario de su fundación, acaecida en el año 1216. A ello se añadiría el 750 aniversario del convento de Jerez, motivo por el cual durante el año 2016 se han celebrado diversos y señalados actos en torno a esta efemérides. La celebración del Jubileo, del Año Jubilar, que abarcó del 7 de noviembre de 2017 al 21 de enero de 2017, y que ha contado con el lema “Enviados a predicar el Evangelio”, ha supuesto para la Orden entrar en un proceso dinámico de renovación que culmina con el envío de los frailes a predicar, al igual que Santo Domingo envió a los primeros hermanos. Y descubrir así “el gozo y la libertad de la itinerancia”. Porque “ser enviado como discípulo de Cristo significa algo más que el mero hecho de moverse de un sitio para otro: siguiendo a Cristo somos enviados a predicar el Evangelio. Compartimos el gozo y la libertad de ser enviados junto con toda la Familia Dominicana”.